LA NUEVA JERUSALEN LE RINDIÓ HOMENAJE A SAN FELIPE DE JESÚS, PRIMER MÁRTIR MEXICANO
El 5 de febrero de 1597 se conmemora la muerte del primer mártir mexicano, San Felipe de Jesús, quien fue torturado hasta la muerte cuando el barco en el que viajaba, desde Filipinas a México, junto a otros religiosos, fue desviado por una tormenta hacia las costas del Japón feudal.
El sacrificio de San Felipe de Jesús no fue en vano, pues su legado pervive hasta hoy, ya que es venerado en todo México y se le rinde homenaje en honor a su fe y fortaleza para predicar la palabra de Dios en tierras lejanas y peligrosas.
Sin embargo, en ningún lugar del país se celebra el legado del santo tal como en La Ermita de la Nueva Jerusalén en Michoacán, una comunidad religiosa donde la fe y la devoción son el común denominador cuando se trata de rendirle culto a quienes nos dejaron un ejemplo de vida y sacrificio para mantener intacta su fe en Dios.
El sábado pasado fui uno de los afortunados que presenció un maravilloso homenaje a San Felipe de Jesús, celebración que se realiza desde que el Padre Nabor la instauró para recordar al santo. La alegría, el colorido, las danzas típicas y la gastronomía propia de los estados mexicanos que se hicieron presentes, fueron el pan espiritual que alimenta la fe de un pueblo entregado en cuerpo y alma a la religión.
A partir del mediodía, los visitantes y devotos de la congregación se dieron cita en la Nueva Jerusalén, a donde llegaron de diversos estados como Guanajuato, Hidalgo, Zacatecas, Guerrero, Nayarit, Veracruz, Jalisco, México, Puebla, Oaxaca y por su puesto Michoacán, vistiendo los atuendos típicos de cada región y ofreciendo los más deliciosos y representativos platillos como el aporreadillo, las tostadas de tinga, el puerco con frijoles, los tamales de Oaxaca, la guacamaya de Guanajuato, el mole poblano, entre otros que fueron el deleite del paladar de los asistentes.
El padre Martín, monseñor de la congregación y los demás sacerdotes, disfrutaron desde su sitial de honor con los deliciosos platillos y el espectáculo de danzas típicas de los estados que estuvieron presentes, donde cabe destacar que todos dieron su mejor esfuerzo, pero fueron los fieles de Oaxaca y Michoacán los que se llevaron los aplausos por el derroche de alegría y colorido durante el desfile.
Al final, la comunidad residente en la Nueva Jerusalén y los visitantes disfrutaron de los potajes y de un grato momento para compartir y continuar hermanados en la religión, donde el venerado mártir San Felipe de Jesús, fue el motivo principal de la celebración por parte de esta congregación que cada día sigue creciendo y cultivando su fe en toda la República mexicana.
