VIVIENDO UNA EXPERIENCIA RELIGIOSA: LA NUEVA JERUSALÉN Y SU CELEBRACIÓN DE LOS SANTOS REYES

En cualquier pueblo de México, el Día de los Santos Reyes es una tradicional festividad del calendario religioso, donde se come la rosca de Reyes y los niños esperan ansiosos el amanecer del día 6 de enero para encontrar el regalo prometido por los Santos Reyes. Sin embargo, en la Nueva Jerusalén es mucho más que eso, pues, literalmente, se trata de una verdadera experiencia religiosa. Seguramente usted está familiarizado con las costosas producciones cinematográficas de Hollywood, donde hacen gala de una puesta en escena con cientos de actores ataviados con vestuarios propios de la época para la representación de episodios bíblicos, por casi todos conocidos, como Semana Santa, Navidad y como no, la visita de los Reyes Magos al niño Jesús.

Pues bien, estas representaciones, pese al esfuerzo que demanda su realización, no dejan de ser películas, donde todos desempeñan un rol y actúan según el guion establecido por el productor; sin embargo, la representación que hacen sobre la visita de los Santos Reyes en el poblado michoacano de la Nueva Jerusalén, no solo se ve mejor que una película histórica, sino que los actores de esta magnífica puesta en escena viva y real, son personificados por el propio pueblo, donde nos muestran una manifestación de fe auténtica y espontánea, que no es más que una extensión de su diario acontecer religioso.

Tuvimos el privilegio de asistir a esta celebración en el poblado de la Nueva Jerusalén, más conocida como La Ermita, una comunidad religiosa que geográficamente pertenece al municipio de Turicato en el Estado de Michoacán y que se encuentra aproximadamente a 15 kilómetros del municipio de Tacámbaro. Cabe destacar que allí viven unos 3,000 habitantes que visten atuendos característicos y tienen sus propias reglas de convivencia social desde los años 70, cuando se aislaron de las poblaciones aledañas, pero lo cual no ha sido obstáculo para que sus fieles se hayan expandido por 25 estados de la República mexicana, donde mantienen vivos los preceptos de la iglesia católica tradicional y le rinden culto a la Virgen del Rosario desde que se le apareció a Mama Salomé para entregarle el mensaje de salvación del mundo, según manifiestan sus seguidores.

Apenas pisé las calles de La Ermita, sentí un áurea de paz y la energía que transmite el lugar se apoderó rápidamente de mi ser. Poco antes de las seis de la tarde, el poblado se vistió de fiesta con un desfile multicolor por las calles del pueblo, donde los fieles entonaban al unísono cánticos religiosos, mientras avanzaban ordenadamente al compás de la caravana encabezada por el Obispo, líder máximo de la congregación, y los tres Reyes con sus esposas quienes vestían magníficos atuendos, especialmente diseñados  para la ocasión. El recorrido por las principales calles del pueblo fue matizado por una hermosa exhibición de fuegos artificiales que le dieron brillo a esta mágica noche de fe y religiosidad.

En medio de bellos cánticos religiosos que emulaban a un coro de ángeles, pero que en realidad estaban entonados por un pueblo inspirado, emocionado y devoto, la catedral de la Nueva Jerusalén se convirtió en el escenario perfecto para que los tres reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltazar, entregaran las ofrendas y regalos al niño Jesús, que lucía majestuoso en brazos del Obispo de la congregación. Posteriormente fue el turno de rendir respeto y veneración al niño Dios por parte de los sacerdotes, monjas, hombres, mujeres, niños y niñas, quienes lucían bellos atuendos alusivos a la ocasión y que fueron el corolario perfecto para una noche espléndida donde se demostró una vez más que la fe religiosa de la Nueva Jerusalén se mantiene más viva e intacta que nunca.